LLAMORICAS

Ha nacido un gran vino.

Un vino de Leyenda.

Un vino de leyenda

Para romper
con lo de Siempre

Llega un vino nacido en un lugar con leyenda: la Sierra de la Culebra, en la Comarca de Aliste (Zamora).
Este enclave natura, Reserva de la Biosfera, reúne las condiciones ambientales perfectas para que de sus viñas nos llegue un producto capaz de estar a la altura de los mejores.

¿Rioja o ribera?

Un sierra
de la Culebra

El proceso de clultivo y elaboración es controlado en su totalidad por el propio productor de manera artesanal, manteniendo en todo momento presentes el cariño y el respeto por la tierra.

UN VINO DE LEYENDA

LLAMORICAS

Cuenta la leyenda que en la sierra de Aliste, la que une los montes de Portugal al poniente y se desliza suavemente hacia el naciente para morir en la meseta castellana, existía una culebra de dimensiones gigantescas, Esta culebra tenía atemorizados a todos los pueblos del entorno lo que impedía las labores agrícolas, ganaderas y forestales y obligaba a los lugareños a aguzar el ingenio para no enfrentarse a ella. A la bestia no le bastaba con alimentarse de la vegetación y de los animales salvajes del bosque sino que atacaba también a los animales domésticos y a los moradores de las poblaciones, lo que provocaba una angustia e inseguridad difícil de soportar. Todas las estrategias e ingenios urdidos por los vecinos para acabar con la bicha fueron en vano. En Ficarola, uno de los poblamientos de esta sierra, había una niña llamada Mira que solía escuchar con los oídos muy abiertos las angustias de los adultos en las largas noches de invierno al calor de la lumbre. A Mira le gustaba jugar a alquimista mezclando todo tipo de hierbas como hacían las brujas y se le ocurrió una artimaña para acabar con los problemas de sus mayores: envenenar el rio Cabrón, que así se llama la corriente que corre por la hondonada de esta sierra donde la gigantesca culebra saciaba su sed. Los vecinos de las poblaciones de todo el contorno, reunidos en Concejo, acordaron hacer caso a Mira y echar un veneno letal en la cabecera del rio con la esperanza de que fluyera hasta el lugar en que habitualmente la culebra iba a beber. Y así fue. Y cuando el repugnante ofidio bebió, tuvo una agónica y lenta muerte. Los habitantes de la comarca celebraron el fin de la pesadilla con una gran fiesta en lo más alto de la sierra. Allí se sirvieron las mejores piezas de la matanza del año regadas con el denso, fragante y honesto vino que mana de esas cepas centenarias, las mismas con el que se hace el Marina de Aliste. Desde entonces, esa cima serrana se llama Peña Mira. Pero la culebra no murió del todo: si miramos atentamente desde la vertiente opuesta podemos ver su silueta recorrer las suaves colinas, el rastro que dejó en su agonía. De ahí nació la leyenda. Y de sus cepas, el Marina de Aliste.